domingo, 15 de diciembre de 2013

Tercer Domingo de Adviento

 
 
 
 
Tercer Domingo de Adviento
 

 
Han llegado los tiempos mesiánicos

 
 
« Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito: estad alegres. El Señor está cerca. » (Antífona de Entrada, Flp 4, 4.5)

« Estás viendo, Señor, cómo tu pueblo espera con fe la fiesta del nacimiento de tu Hijo; concédenos llegar a la Navidad - fiesta de gozo y salvación - y poder celebrarla con alegría desbordante. Por nuestro Señor. »
 
 
 
Durante veintiún días, a partir de las XVI calendas de enero (17 de diciembre), no está permitido a nadie ausentarse de la iglesia, sino que debe acudir a ella cotidianamente.
Citado por H. Bruns, Canones Apostolorum et Conciliorum II, Berlín, 1893, 13-14.
 
 
 
En preparación para la Navidad del Señor, purifiquemos nuestra conciencia de toda mancha, llenemos sus tesoros con la abundancia de diversos dones, para que sea santo y glorioso el día en el que los peregrinos sean acogidos, las viudas sean alimentadas y los pobres sean vestidos [...]
Sermón de san Máximo de Turín, Patrología Latina 57:224.234
 
  • Juan el Bautista, precursor que prepara los caminos para la llegada de Jesús de Nazaret. Su importancia se vuelve manifiesta en el segundo y tercer domingo de Adviento de la liturgia católica, anglicana y protestante. La predicación de Juan el Bautista, que se caracteriza por incorporar la frase del Libro de Isaías «Una voz grita en el desierto: preparen los caminos del Señor, allanen sus senderos» (Mateo 3:3), hace de él una de las personalidades propias de la liturgia del tiempo de Adviento.
    • María de Nazaret. La liturgia la presenta particularmente en los pasajes evangélicos correspondientes al cuarto domingo de Adviento, sola o acompañada por Isabel. María también aparece acompañando a su esposo José de Nazaret en el evangelio del cuarto domingo de Adviento, en el ciclo A de la liturgia católica, anglicana y protestante.
    Se trata en todos los casos de modelos de creyentes que la Iglesia ofrece a los fieles para preparar la venida de Jesucristo.
     
     
     

    Corona de Adviento

     
    La corona de Adviento constituye una tradición cristiana que simboliza los cuatro domingos que integran el Adviento en el calendario litúrgico de la Iglesia de Occidente. La corona de Adviento es una práctica de origen luterano, aunque por su nivel de aceptación se extendió a muchas otras denominaciones cristianas, incluyendo la Iglesia católica.
    Se trata de un conjunto de ramas verdes, de preferencia de especies perennifolias y en cualquier caso sin flores debido a la austeridad propia del Adviento, dispuestas o trenzadas en círculo, a las que se suman cuatro cirios ubicados en la perifería. El primer cirio se enciende en el primer domingo de Adviento, junto con la lectura de un pasaje bíblico o la realización de plegarias. Sucesivamente se encienden los restantes cirios, uno nuevo en cada uno de los siguientes domingos, hasta que en el domingo previo a la Navidad se encienden los cuatro cirios. A menudo, se ubica en el centro un quinto cirio de color blanco, que se enciende en Nochebuena o en Navidad. La costumbre se observa tanto en reuniones familiares como en servicios litúrgicos públicos.
    El simbolismo de cada elemento constitutivo de la corona preexistía al mismo cristianismo. El círculo es un símbolo del ciclo eterno de las estaciones, mientras que las especies perennifolias en general simbolizan la inmortalidad, y la luz se identifica con el espíritu y la fuerza de la vida que persiste, aún en medio de los días cortos y del frío que gobierna usualmente el Hemisferio Norte en el tiempo de Adviento. En la simbología cristiana, la luz significa a Cristo, a partir del Evangelio de Juan que lo presenta como «luz del mundo» (Juan 8:12
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     

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